.- ¿ Que les parece el cartel de hoy? - pregunto Pancho.
.- Promete ser una tarde brillante. Los matadores son valientes y de renombre. Respondió El Chinchurria.
.- En ese momento vieron venir a su amigo Toño, que pálido y lleno de moretones cruzaban la calle.
.- ¿ Que paso? - preguntaron en coro.
.- Casi nada, necesitaba dinero y quise probar fortuna con El Toro de Candela, ya ven, me arrastro y me dejo maltrecho.
.- ¿ Y fuiste solo?.
.- ¡ Claro, pues con quien iba ir! Ustedes saben que el toreo se me da bien, pero fue imposible, nadie puede con las arremetidas de ese toro.
.- Quedaron silenciosos, indiferentes al bullicio del pueblo en fiestas, los ventorrillos, los juegos de envite y azar, el parque de atracciones mecánicas, la gente que se agolpaba para ver la procesión. Ellos permanecían impasibles. Seguían conversando. Pancho no escuchaba los comentarios de sus amigos. Pensaba en la forma de enfrentarse al toro. Alto, delgado ágil y joven, había probado muchas veces la tienta en corrales del matadero y en las haciendas de sus amigos. Su valentía y donaire lo hubiera llevado muy lejos si sus padres se lo hubieran permitido. Trabajaba y estudiaba y no le quedaba mucho tiempo para esos menesteres, pero....mañana seria rico y seguiría su vocación, seria famoso.
.- Por su parte El Chinchurria estaba en similares cavilaciones. Esperaría a que finalizara la corrida y hablaría con el triunfador de la tarde. Irían los dos en la noche y torearía a la "Candela", luego, repartiría los doblones.
.- Tarde de sol, arena y alegría en los tendidos de la plaza improvisada. Arte y valentía, gracia y emoción en la tarde taribense. El triunfador Paquito dio vueltas al ruedo mostrando sus trofeos ante las ovaciones de los aficionados.
.-El Chinchurria fue al hotel y espero la oportunidad de hablar con Paquito. Se pusieron de acuerdo y a las doce de la noche irían a la hacienda de los Martínez.
.- La hacienda de los Martínez estaba situada en las cercanías de Táriba. Amplio valle dedicado al pastoreo, rodeado de frondosos árboles. Mas allá una pequeña quebrada surtía de agua la hacienda. Al fondo las montañas.
.- Un viejo samán sobresalía entre el grupo de árboles. Frondoso y corpulento extendía sus ramas en todas direcciones, bajo ellas, apenas se coloca unos rayos de luz.
.- Se decía que el pie de ese samán estaba enterrada una paila con doblones de oro y que para encontrarlos solo se necesitaba darle dos lances al Toro de Candela.
.- Todo el que necesitaba fortuna intentaba esta empresa pero fracasaba al primer lance.
.- Pancho llego jadeante. Los tres kilómetros hasta la hacienda los había hecho corriendo. Se sentó a descansar en una piedra cercana a las raíces del samán. El silencio, la brisa fresca que movía las ramas de los árboles, los suaves rayos de luna, y sobre todo, la soledad, lo hicieron estremecerse. A lo lejos en la casa grande dormían sus habitantes y de vez en cuando ladraba un perro.
.- Desdoblo con mucho cuidado su raido capote. De pronto sintió ruido. Rápidamente extendió el capote y se dispuso a jugar su suerte. Quedo atónito: cruzando el valle venia un hermoso toro cobrizo que con los rayos de la luna parecía despedir fuego. No cabía duda, era él.
.- Lo espero con el capote extendido, dispuesto a sacarle lances, lo haría con arte. Se acerco, el junto los pies y extendió los brazos sin moverse del sitio. Adorno con el capote una manoletina, y, cuando se disponía a sacar el segundo lance....perdió la noción del tiempo.....
.- Sudando, a pesar del fresco de la noche, llegaron Paquito y El Chinchurria. Buscaron el samán.
.- Esperarían la oportunidad para torear al Toro de Candela, con dos buenos lances serian ricos. Aquel no se hizo esperar......Al poco rato sintieron un ruido de cascos......
.- ¡ Es él!, Dijo El Chinchurria.
.- Y efectivamente, un toro de ojos centellantes, de piel brillante y cobriza, se acercaba vertiginosamente. Paquito extendió rápidamente su capote, para un torero como él seria muy fácil adornarse con un flamante capote y hacer dos lances.
.- Con garbo movió el capote como en sus mejores tardes. Un lance por chicuelinas perfecto y torero, y cuando iba a dar el segundo, se le enredo el capote y cayo al suelo. El Chinchurria miro despavorido. El fulgor de los ojos del toro lo petrificaron. La bestia desapareció. Sobrecogido de terror, El Chinchurria llamo a Paquito y corrieron hacia la salida de la hacienda. En su carrera tropezaron con Pacho que grito asustado al despertarse de su desmayo. Los tres corrieron hasta llegar al pueblo. Jadeantes sudorosos y asustados se sentaron en un banco de la plaza. Mudos y pálidos no podían hablar de miedo. Aun veían la figura corpulenta y cobriza del toro de candela, parecía como si los ojos del toro aun estuvieran lanzando llamaradas.
.- Año tras año se sucedieron hechos semejantes y no era raro que cuando veían a alguien pálido o maltrecho le preguntaran con malicia.
.- ¿ Estuviste en la hacienda de los Martínez?.
.- Con el tiempo la leyenda del Toro de Candela se fue olvidando. No sabemos que le ocurrió al samán y si todavía conserva entre sus raíces la paila con los doblones de oro guardados celosamente por el Toro de Candela.
😘
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